domingo, 10 de junio de 2018

Hades (Dios de los muertos)

De origen incierto, alude tanto al antiguo inframundo griego como al dios de los muertos. Hades era una abreviatura para su morada y finalmente el nominativo llegó también a designar la morada de los muertos.
Hades tenía un carácter más altruista en la mitología. A menudo se le retrataba más como pasivo que como malvado: su papel era a menudo mantener un relativo equilibrio. 

Hades reinaba sobre los muertos, con la ayuda de demonios sobre los que tenía completa autoridad. prohibió estrictamente a sus súbditos abandonar sus dominios se enfurecía bastante cuando alguien intentaba abandonarlos o si alguien intentaba robarle alguna de sus presas .Para muchos, simplemente decir la palabra «Hades» ya era espantoso. De esta forma, se buscó un eufemismo que usar. Aunque era un olímpico, pasaba la mayor parte del tiempo en su oscuro reino. 

Temido y odiado, Hades personificaba la inexorable finalidad de la muerte: No era, sin embargo, un dios malvado, pues aunque era severo, cruel y despiadado, era no obstante justo. Hades gobernaba el Inframundo y por ello era con mucha frecuencia asociado con la muerte y temido por los hombres, pero no era la Muerte.El arma de Hades era un cetro de dos puntas, que usaba para destrozar todo lo que se cruzase por su camino o no fuera de su agrado, igual que Poseidón hacía con su tridente. Esta enseña de su poder era un bastón con el que conducía las almas de los muertos hasta el mundo inferior.Sus pertenencias identificativas incluían un famoso casco, que le dieron los Cíclopes y que hacía invisible a cualquiera que lo llevase. Se sabía que a veces Hades prestaba su casco de la invisibilidad tanto a dioses como a hombres (como a Perseo). 

Su carro oscuro, tirado por cuatro caballos negros como el carbón, siempre resultaba impresionante y pavoroso. Sus otros atributos ordinarios eran el narciso y el ciprés, la Llave del Hades y Cerbero, el perro de múltiples cabezas. Se sentaba en un trono de ébano. Hades sólo mostró clemencia una vez. Debido a que la música de Orfeo era tan arrebatadoramente hermosa, permitió que éste se llevase a su esposa, Eurídice, de vuelta al mundo de los vivos con la condición de que ella caminase tras él y él nunca intentase mirarla a la cara hasta que estuviesen en la superficie. Orfeo accedió pero, cediendo a la tentación de mirar atrás, fracasó y volvió a perder a Eurídice, con quien sólo se reuniría tras su muerte.


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